miércoles, 2 de enero de 2013

Hitler sobre Franco


CUARTEL GENERAL DE HITLER /10 DE FEBRERO DE 1945

“Me he preguntado, a veces, si no cometimos un gran error cuando, en 1940, no hemos arrastrado a España a la guerra. Bastaba una nada para empujarla, pues, en suma, ardía en deseos de entrar, en seguida de los italianos, en el club de los vencedores.

Franco, evidentemente, consideraba que su intervención valía un precio elevado. Sin embargo, pienso que, a despecho del sabotaje sistemático de su cuñado jesuítico, hubiese aceptado acompañarnos en nuestra empresa en condiciones razonables: la promesa de algún pedacito de Francia para la satisfacción de su orgullo, y un trozo substancial de Argelia para el interés material.
Pero como España no podía aportarnos nada tangible, he juzgado que su intervención directa en el conflicto no era deseable. Por supuesto que ello nos hubiera permitido ocupar Gibraltar. Pero por otra parte, constituía la certeza de añadirnos kilómetros de costas que defender sobre el Atlántico, desde San Sebastián hasta Cádiz. Y, suplementariamente, con esta consecuencia posible: la renovación de la guerra civil, suscitada por los ingleses. En esa forma, nos hubiésemos encontrado ligados a la vida y a la muerte de un régimen que, menos que nunca, goza de mi simpatía, ¡ un régimen de acaparadores capitalistas maniobrados por la clerigalla! No le puedo perdonar a Franco el no haber sabido, en cuanto terminó la guerra civil, reconciliar a los españoles, el haber hecho a un lado a los falangistas, a quienes España debe la ayuda que le hemos prestado, y el haber tratado como a bandidos a los antiguos adversarios que estaban muy lejos de ser rojos todos. No es ninguna solución el poner fuera de la ley a la mitad de un país, mientras que una minoría de salteadores se enriquece a costa de todos… con la bendición del clero. Estoy seguro de que entre los presuntos rojos españoles había muy pocos comunistas. A nosotros nos han engañado, porque jamás hubiese yo aceptado, sabiendo de qué se trataba en realidad, que nuestros aviones sirvieran para aplastar a pobres muertos de hambre, y para restablecer en sus privilegios horribles a los curas españoles.
En suma, el mejor servicio que España podía prestarnos en este conflicto, ya nos lo ha prestado: obrar de modo que la Península Ibérica quedara excluida de él. Ya era bastante con arrastrar la bala de cañón italiana. Sean cuales fueren las cualidades del soldado español, España, en su estado de impreparación y desamparo, nos habría estorbado considerablemente, en lugar de ayudarnos.
Pienso que esta guerra ha establecido por lo menos una cosa, a saber: la decadencia irremediable de los países latinos. Nos han demostrado definitivamente que no están comprendidos ya dentro de la carrera, que están descalificados, y que carecen por completo del derecho de opinar en el arreglo de los asuntos del mundo.
Lo más sencillo hubiese sido ir a ocupar el peñón de Gibraltar por nuestros comandos, con la complicidad de Franco, pero sin entrada en la guerra por parte suya. De seguro que Inglaterra no le hubiese declarado la guerra a España tomando esa ocupación como pretexto. Se hubiera considerado más que complacida con que permaneciese fuera de la beligerancia. En cuanto a nosotros, eso nos evitaba el riesgo de un desembarque británico efectuado sobre las costas de Portugal”.

“Nos hemos equivocado de bando en España. Habríamos hecho mejor apoyando a los republicanos. Ellos representan al pueblo. Siempre se hubiera podido convertir a esos socialistas en buenos nacionalsocialistas. Franco está rodeado de clérigos reaccionarios, aristócratas y ricachones, gente que no tiene nada que ver con nosotros, los nacionalsocialistas.”

Conversación con Reinhard Spitzy, secretario personal de Ribbentrop en abril de 1938.

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